Iglesias también creía que Errejón y sus antiguos compañeros de piso, becarios y opositores estaban poniendo orden en el partido que les confió hasta que se dio cuenta que realmente se la estaban jugando. De los ordenadores se dice algo parecido cuando se trata de discernir si son de género masculino o femenino: se supone que llegan a nuestras vidas para ayudarnos a solucionar problemas hasta que se convierten en el problema. La traición está a la orden del día y es aceptada mientras que los traicionaos sean otros. Es el truco del timo del pariente contra el primo, hacerle creer que está ayudando a engañar a otro. No tengo nada contra Enrique Rioboo y su canal de televisión. En el verano 2011, cuando llegaban sus emisarios pidiendo colaboraciones, me apartaba a 1 lado junto con otros que jamás en su vida moverían 1 dedo ni colaborarían con cualquiera que lo pidiera de modo transcendente y vertical, ni siquiera veía sus emisiones por si reconocía las caras de los primos que se apuntan en cuanto les ponen #lalista delante.
– Ven tú y nos enseñas era más que lema, consigna de uso interno entre los usuarios de asambleas y protestas #indignados, también en el modo virtual, que es donde más veces se ha tenido que ver. Incluso en el caso que hubieran colao las colaboraciones, pues yo y supongo que otros frecuentábamos aquellas asambleas hasta el punto de conocernos e intercambiar consignas, hubieran llegado a otros que también estaban predispuestos por dirigirnos al colectivo de la manera más inadecuada que se pueda imaginar, como en las misas y las tontulias. No solo ese, sino otro medios de comunicación, organizaciones, colectivos, hasta parroquias de barrio trataban de pescar en río revuelto, algo que criticábamos los activistas cuando nos encontrábamos inadvertidamente, pues en vez de unirse para hacer fuerta entre todos venían para llevarse a los elementos que consideraban más activos a su terreno, por lo que la consigna, aunque raramente la empleara yo, que ni siquiera prestaba atención a esas llamadas, era de lo más apropiada. Soy alérgico a la 1ª persona del plural, nos o nos de los argentinos, desde que supe que en su delirio etílico, es como los carcas reaccionarios caricaturizan a los comunistas hasta el punto de creerlos capaces de olvidarse por falta de uso del ego. Con el tiempo he llegado a pillarles el truco o trato a los que solo se expresan en 1ª persona del plural, sea de familias, bandas, partidos, sindicatos, famosos de la tele, cualquier otro que se ocurra, es actuar como si nos hubiera entrao por 1 oreja y salido por la otra, que es lo que hacen o creen los que quieren que nos pleguemos a sus deseos y hasta que nos convirtamos en sus emisarios. Por lo demás, las ví de todos los colores, pero de las más llamativas es cómo creerse por encima o al margen de las etiquetas cambia de bando, de los cumunistas que hablaban en 1ª persona del plural en 2014 y 2015, cuando todavía no se conocían los resultaos electorales de las europeas, municipales, autonómicas y generales a cuál más catastrófica, como las de otros países y referéndum en los que estos mismos listos ven situaciones ingobernables, anarquistas, anarcoides, a los carcas reaccionarios que por la misma regla nunca hablarían ni menos actuarían en 1ª persona del plural, que suelen ser de la misma madera que los que quieren manejarnos como guiñoles. Hasta donde alcanza mi conocimiento y esfuerzo por hacerme criterios propios, por ejemplo, no emplear nunca la 1ª persona del plural y no responder a provocaciones ni provocadores, si no es haciendo lo mismo, quizá más lo que fuera llamó su atención como para tomarse la molestia de interpelarme y querer convertirme en su lacayo, no hay antídoto contra los oportunistas ni en medios de comunicación virtuales que se llaman a sí mismos sindicación libre entre iguales, que es lo que significan o representan los RSS prácticamente abolidos hasta en los temarios de oposiciones, en detrimento de los de marca, que se vale de lo que son aportaciones de usuarios y le ponen su marca, etiqueta o firma personal, que es donde acaban penándo los que se creen por encima o al margen, aunque no de manera tan inmediata como nos gustaría a los que oímos sus intervenciones cuando se trataba de poner mordazas o reprimir a los disidentes.